Monday, 25 September 2006

Pablo, no nos vendas la moto...


Partía con el voto de confianza de muchos espectadores antes si quiera de que comenzara el programa, sin saber, ni falta hacía, de qué iba a tratar. No importa, porque no se trata de vender la moto a nadie, el chaval ya ha demostrado lo que vale. Pablo Motos ha desembarcado en la tele con su propio programa y con el ritmo ágil aprendido en la radio. Vino, llegó y sorprendió ya en los primeros minutos del programa con su particular visión de un mundo al revés, que nos permitió ver a un Pablo Motos más colgado (literalmente) que de costumbre. A partir de ahí, una marcha algo irregular. Se nota que el equipo de Crónicas Marcianas está detrás, hasta en el decorado, lo que no es malo pero tampoco necesariamente bueno. Y es que quizás por ello resulta extraño ver el programa en plena sobremesa tras la comilona del domingo.

El Hormiguero es un programa de noche, de domingo por la noche, para afrontar con mejor humor la llegada del odiado lunes. Pero en Cuatro nos lo sirven a la hora del café como una macedonia repleta de cosas sin mucho orden (gamberradas y frases ingeniosas en su mayoría) que, a fuerza de verlas cada semana, adquirirán un sentido, es de suponer. De momento, se queda en una degustación de todo tipo de sabores pero con los ingredientes aislados unos de otros. Quizás, cuando dominen la receta, sepan cocinar un plato tan sabroso como único que invite a repetir cada semana. El menú tiene buena pinta (y a Pablo Motos se le ve cómodo frente a la cámara), pero que dejen la mesa quietecita de una vez para poder degustar el programa.

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