
La gente anda corta de entendederas, una pena. La última afición del expresidente Aznar de encestar bolígrafos en canalillos ajenos le ha costado un disgusto ¡quién lo iba a decir! a Mariola Cubells, columnista de televisión del diario ADN. Cubells escribió el lunes una sobresaliente y ácida crítica a este extraño proceder del señor a un bigote pegado y ha salido escaldada. Tanto que en su columna del miércoles ha tenido que rectificar. Rectificar algo que ella nunca ha dicho. ¿El motivo? Su sobresaliente, ácida, brillante pero también irónica crítica no la han entendido muchos de sus lectores que, parece, andan cortos de entendederas. Ya sabe, las teles acostumbran a darlo todo mascado y luego las gentes de bien se olvidan de leer entrelíneas y no advierten un doble sentido ni señalizado con luces de neón y, entonces, se dedican a llamar "fascista" y "antifeminista", entre otras barbaridades, a la autora de la crítica. Y se lo llaman, lo que es peor, por que no comprendieron su columna, no porque estén en desacuerdo con lo escrito. Vaya, que ni creatividad le dejan a uno a la hora de escribir si se quiere hacer entender. ¿Pero no se supone que en los tiempos del Tomate el uso de la ironía y los dobles sentidos tenían que estar ya dominado por los espectadores? Pues parece que no.
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