
¿Se acuerdan de La Comisión, aquella voz que mandaba a la ducha a Ana Obregón y a Ramón García? Pues ha vuelto. Pero sólo en espíritu porque El Gong, el refrito de El Semáforo (aquel otro horrible programa que echó por tierra el prestigio de Chicho Ibáñez Serrador), utiliza este catódico nombre para referirse al requetemañido recurso de montar un jurado para poner a parir al respetable que se anima a hacer el paria en la tele. Y ése es el problema de este programa, una infame mezcla de frikis con gente que lo hace realmente bien. Que lo uno o lo otro, oiga. No aguanto tener que tragarme ni 30 segundos de actuación de un pringao que va a la tele a hacer el gilipollas. Y eso le pasa factura a los artistas que con su curro y sus buenas horas invertidas pretenden utilizar este espacio como plataforma para el triunfo.
Pero no, como siempre se trata de reirse del tonto del pueblo, de esa gente a la que le falta un hervor pero que lo daría todo por aparecer en la tele y ser la carcajada general de sus paisanos. Esos que no se ríen con él, sino de él. TVE, esa tele que se nos autodenominaba moderna e innovadora hace menos de un año, vuelve a recrearse en el topicazo español del tonto del pueblo, aunque para ello tenga que recurrir a un formato norteamericano. Que tiene moles, oiga, que diría el otro. Ni Paz Padilla con su buen rollito habitual consigue que a estos señores, a los que tan bien describió Forrest Gump, se les quede menos cara de ídem.
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