
Los vecinos de la calle Desengaño 21 se meten en un buen lío de los suyos y entran en un programa policial de protección a testigos donde les asignan nuevos nombres y nuevas vidas aunque ellos en el fondo saben quiénes son en realidad. Así de sencillo podría haber sido la conversión de Aquí no hay quien viva en La que se avecina. De esa forma, sería más creíble ver a unos personajes con distinto nombre que mantienen los mismos tics y se podrían haber hecho guiños más divertidos. Y es que visto el segundo capítulo (no me pronuncié tras el primero por darle la mencionada segunda oportunidad) está claro que todo se limita a un quiero y no puedo... Un más de lo mismo que tiene más pinta de imitación que de original. Y no parece que se avecine nada mejor. Vamos, que al final a los testigos que habrá que proteger de este improperio es a los pobres espectadores.
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