Dejando atrás el trasfondo político (el pique demócrata contra republicanos lejos de atraer puede ahuyentar a la audiencia española), Cinco hermanos, la serie que ha rescatado a Calista Flockhart (Ally McBeal) para la televisión, supone por fin la llegada de una trama sosegada al prime time. Ni muertos, ni misterios, ni extraterrestres. Sin grandes efectos especiales. Sin giros inesperados de guión. La serie tiene en las virtudes y las miserias de la vida, en el nexo de unión (o desunión) de una familia todo su recorrido, que no es poco.Nos la han querido comparar con Falcon Crest o Dinastía, y no es eso. Aquí hay familia para dar y tomar, sí, pero de manera sosegada. Esto no es un culebrón. Es una gran serie. Con sus virtudes y defectos. Y un toque tan yanki que, ya digo, puede incluso echar para atrás al espectador español en un primer momento. Pero merece la pena hacer el esfuerzo y continuar con la historia. Porque aquí nadie baila el agua a Ally McBeal. Aquí, por mucho que se empeñe en llegar la batuta de la serie, las historias paralelas de sus hermanos dan dentelladas en su remilgado culo.
[Cinco hermanos se emite los martes a las 22.10 h. en Cuatro]
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